Buenos días Lucy - Saludaba cada día a la recepcionista en mi trabajo. - Hasta mañana Lucy, que descanse - Me despedía amablemente.
Y así fueron casi dos meses, pero ella nunca contestaba, a lo más... sonreía.
A la gente hay que enseñarle a ser gente, insistía, tratando de que esta niña entendiera que nada le costaba decir hola.
El viernes pasado, cuando salíamos a eso de las 16.00 horas (los viernes salgo a esa hora), la vi que iba delante de mi, en la recepción del edificio, justo bajo el puente de vidrio que está en calle Bandera. Quise aprovechar la cantidad de gente y me dije "a ver si no responde esta ordinaria, quedará por mal educada".
- Hasta el lunes Lucy - le grité, pero no miró.
"Is Too Much" pensé, mientras sigo caminando, pensando en que quizás no le caía bien. De repente alguien dice:
- Chao Sandra...
- Chao - Dijo ella.
Era ahí la razón.